Microsoft entró en el mercado de consolas para frenar a Sony y barajó la compra de Sega

Microsoft entró en el mercado de consolas para frenar a Sony y barajó la compra de Sega
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¿Por qué entró Microsoft en el mercado de las consolas de videojuegos? No deja de ser interesante hacerse esta pregunta sobre qué fue lo que hizo que a principios de milenio la compañía que dominaba claramente el mercado de ordenadores personales se aventurase por su cuenta y riesgo en el mundo de las consolas. Y que además lo hiciese no sólo como compañía de software, sino con hardware propio. Según un antiguo ejecutivo de la compañía, la razón principal fue frenar a Sony.

Eso es lo que afirma, en una entrevista concedida a IGN, Joachim Kempin, quien durante 20 años trabajó para Microsoft y llegó a ser vicepresidente de ventas. Según sus propias palabras "Sony y Microsoft nunca tuvieron una relación amistosa", aunque ésto no fue por culpa de los de Redmond. A pesar de colaborar en materia de ordenadores personales, Sony se mostró reacia a cooperar en cuanto el tema se acercó a las consolas. La reacción de Microsoft fue crear la suya propia y tratar de batirles en su propio terreno.

Al parecer la decisión vino desde la misma dirección de la compañía, con Bill Gates impulsando el proyecto. Según narra Kempin, una vez superadas sus reservas iniciales, Gates estaba convencido de que el salón iba a ser un lugar de batalla en el futuro y que podría convertirse en el caballo de Troya para entrar en los hogares y amenazar el dominio de Microsoft en los ordenadores personales. Inicialmente pretendían cooperar con algún fabricante como Sony, proporcionándoles un sistema operativo para sus equipos, pero, ante la negativa de éstos, la decisión fue entrar por cuenta propia.

El coste de fabricar y la opción de Sega

El principal problema de entrar en el mercado de consolas según Kempin fue, y sigue siendo, luchar contra la enorme pérdida de dinero que supone la fabricación del hardware. Microsoft tanteo a algunos de sus 'partners' para que les ayudasen a enfrentar las dificultades financieras de fabricar su propia consola. El propio Kempin cuenta como trató de convencer a varios fabricantes para que se uniesen al proyecto de la primera Xbox, de forma que la fabricación de la consola quedase al margen de Microsoft. Pero no hubo suerte.

Xbox y Sega

Un rumor constante durante esos años era la opción de que Microsoft adquiriese Sega para entrar con fuerza en el mercado. Incluso hubo cierta intentona en forma de licencia de Windows CE para Dreamcast, pero las cosas no llegaron a ir más allá de su uso en algunos juegos. Según Kempin, si la compra no terminó de fructificar fue porque el propio Bill Gates era escéptico acerca de la capacidad de Sega para competir con Sony.

Como Kempin resume, Microsoft todavía pierde dinero con la fabricación de Xbox. Los beneficios en ese mercado han estado siempre en las licencias y ventas de software, no en la fabricación de hardware. En el caso de Microsoft, los ingresos vienen de dos ámbitos principales. En primer lugar, cada desarrollador paga una pequeña licencia por tener su juego en Xbox; y, en segundo lugar, Microsoft obtiene cada vez más dinero de los servicios asociados a su consola. Aún así, a día de hoy, Xbox todavía está lejos de ser un negocio rentable para Microsoft.

Xbox y el cambio de estrategia

Para quien no lo conozca, Joachim Kempin no es precisamente el mayor defensor del rumbo que está tomando Microsoft. En su recién publicado libro y en varias declaraciones a la prensa ya ha mostrado su preocupación por el futuro de la compañía de Redmond y por el de la propia Xbox. Para el antiguo ejecutivo, el software y los servicios asociados a la consola si tienen cabida en la carpeta de productos de Microsoft, pero no el hardware.

Xbox y Surface

Kempin comparte la opinión de que el principal error de la compañía es abandonar el modelo de negocio que le ha funcionado durante décadas: centrarse en el desarrollo de software y dejar la fabricación de hardware a sus socios. Surface y la reacción que ha provocado en varios de sus 'partners' sería el último ejemplo de esta política equivocada. Y a la hora de señalar a un culpable Kempin no duda en apuntar a Steve Ballmer.

Vía | IGN

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