Xbox One

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Cuando Microsoft anunció la presentación de Xbox One ya avisó de sus intenciones. La conferencia celebrada ayer estaría centrada en la consola mientras que la de la próxima feria del E3 tendría como protagonista a los juegos. Con ello en mente Xbox One se presenta como una máquina para jugar que no está centrada únicamente en los juegos. No es una idea nueva, pero sí resulta innovadora la forma de presentar esa experiencia. Con Xbox One, Kinect y nuestra conexión a Xbox Live, acceder a nuestros contenidos favoritos será tan fácil como decir un comando de voz: saltar de una aplicación a otra, dejar el juego en espera mientras vemos una película o pausar una serie para realizar una búsqueda en la red. Todo desde un mismo dispositivo. Todo desde el salón. Todas las grandes compañías parecen empecinadas en seguir añadiendo leña a la hoguera de esa citada zona de la casa. Apple, Google, Samsung, Sony, y ahora Microsoft, siguen avivando un fuego que ha acabado evolucionando en una guerra por el control del salón. El problema es que, tal vez, a nosotros no nos interesa actuar como soldados. Las críticas recibidas ayer tras la presentación son sólo la punta del iceberg, y aunque deben haber dolido entre las filas de Microsoft, no debe haber representado nada comparado con el crecimiento que Sony experimentó ayer en el precio de sus acciones. PS4 también apuesta por ese control del salón, pero hay que reconocerle mayor mérito a la hora de maquillar esa intención durante su presentación. Ahora mismo Xbox One se enfrenta a dos problemas estrechamente ligados entre sí: a los jugadores no les interesa el contenido multimedia y los fans del contenido multimedia no están interesados en las consolas. Sí, también está ese tercer grupo (en el que me incluyo) dispuesto a hacer la vista gorda con uno de esos aspectos siempre que el otro cumpla a la perfección. Como ya habréis adivinado, al intentar abarcar varios ámbitos, es totalmente imposible que esa perfección se materialice. Como mínimo a ojos del usuario, que siempre verá cómo los recursos gastados en crear una serie de televisión propia de la consola se podrían haber invertido en crear nuevos juegos y viceversa. Lo que realmente molesta es que, pese a todo lo relatado anteriormente, la idea es tremendamente buena. Ni tengo que conectar el ordenador al televisor, ni necesito una nueva pantalla plana con internet integrado, ni hace falta hacer hueco a un dispositivo como Apple TV o Google TV, todo lo que pueden ofrecerme esas combinaciones (o casi todo, no echemos las campanas al vuelo ni caigamos en trampas publicitarias antes de tiempo) me lo ofrece Xbox One. De acuerdo, hemos llegado a un punto bueno, hemos encontrado el lado bueno a un perfil que el resto de usuarios está viendo desde el prisma equivocado. Sólo hay que darle a los jugadores los títulos que están reclamando y el círculo estará cerrado, el éxito estará más cerca. Pues no, tampoco. Si quieres hacerte con el control del salón gracias a las posibilidades de un único equipo con varias funciones integradas, asegúrate que todas esas funciones están realmente integradas. No es el caso, ya que Live TV, el servicio de televisión compatible con Xbox One con guías de programación, recomendaciones y demás, requerirá de un receptor para la antena que debería aparecer en la parte trasera de la consola. Sin embargo no es así. No abriremos más la llaga porque la inclusión de ese receptor en la caja de la consola podría cerrarnos la boca de un puñetazo, pero aunque así fuese estaríamos lejos de poder disfrutar de lo ofrecido durante la conferencia. Live TV llegará a Estados Unidos y, posteriormente, a otros mercados con "diversas soluciones". Ay... Netflix frente a reposiciones de Televisión Española, Juego de Tronos con la interactividad de SmartGlass frente al clásico "me cago en la leche, Merche" de Cuéntame cómo pasó. Por supuesto en este caso del aplauso no nos priva Microsoft sino nuestra industria de contenido. ¿Cómo emocionarnos entonces con algo que no vamos a poder disfrutar a todos los niveles? Al otro lado del Atlántico sí, Xbox One sólo necesita un catálogo potente para triunfar y, visto lo visto, tiene bastante números para salir airoso de esa guerra por el control del salón, pero como decía al principio del texto, la guerra que nos interesa a nosotros es bien distinta, la que deseamos que se produzca con todas nuestras fuerzas es la que lleve a la industria del contenido de nuestro país a crecer realmente. Por ahora el truco de los zancos no ha conseguido funcionar, y lo de ir cortándole las patas con críticas y exigencias a cada nuevo intento de crecimiento no va a ayudar. Nadie daba un duro por la incursión de Microsoft en el mundo de las consolas, nadie daba un duro por Xbox 360 luchando contra PS3 y, ahora, nadie da un duro por una máquina que ni siquiera hemos empezado a conocer. Pensemos un poco antes de sacar las horcas y las antorchas la próxima vez. Hasta entonces, paciencia, que tarde o temprano todo llega.

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